La muerte de un menor en el vehículo de su profesora parvularia ha conmocionado a nuestro país, una vez más. E inmediatamente se han levantado voces exigiendo castigos ejemplares y mayor y más fuerte fiscalización de los vehículos de transporte de menores escolares. Y la consabida búsqueda de culpables. Y de penas. Y aparecen las preguntas sobre la actuación de Dios en este acontecimiento, y las fuertes críticas hacia Él.
Los que tenemos fe en Dios sabemos que nada sucede sin su consentimiento, y que de Él provienen todas las cosas. Por lo tanto, lo que ha pasado, independientemente de lo que pensemos o de la emoción que nos embargue, cualquiera sea ella, es también parte del plan divino. Aunque nos rebelemos. Aunque reneguemos. Aunque rezonguemos. Podemos comprender y solidarizar con el dolor que sufren los familiares del niño y su comunidad cercana. Incluso podemos comprender el profundo dolor de la familia de la profesional que tenía a su cuidado el niño, y de su círculo personal y laboral. Podemos incluso sentir esas emociones que acompañan esta nueva realidad, como pena, frustración y rabia. Sin embargo, lo necesario es solidarizar, realizando acciones de bondad como orar por todos, enviar la Luz, meditar, y aquietarnos. Es necesaria ahora la compasión. Y compasión no es más que amor. No es compasión el juicio rápido y severo, la condena y la búsqueda de revancha. El juicio no es de Dios, es de los hombres. Cuando hacemos el juicio y emitimos las consabidas opiniones de búsqueda de culpables y petición de penas y castigos, y tildamos de injusto e incomprensible lo sucedido no estamos haciendo nada más que enjuiciar al mismo Dios. Los seres humanos no podemos, ni por asomo, conocer el plan divino para cada uno, para la comunidad, para el planeta Tierra ni para el Universo. Dios sí lo conoce, sí lo sabe. Y lo que sucede está en ese plan. La humildad para aceptar ese plan es dura tarea.
Nuestra actual existencia, la de todos, no es más que como lo es un día de colegio en todo el proceso educacional, y el objetivo de ella no es más que aprender, igual que en el colegio. Todos pasamos por diferentes existencias, y en ellas lo que hacemos es aprender, para poder algún día completarnos y volver al lado de Dios, desde donde salimos algún día para conocerlo en toda su magnitud. Es un largo camino, aceptado, en el cual gozamos, como desde siempre, del libre albedrío, la gran ley universal. Cuando tenemos una experiencia terrenal, vivimos como humanos, y adquirimos experiencia, y creamos nuestras realidades. Cuando actuamos contra la ley divina del amor universal, de nuestro amor filial, creamos deuda, la cual debe en algún momento ser saldada. Los tiempos de Dios no son los mismos nuestros, y es posible que se liquide en una o unas de las siguientes experiencias en la Tierra. Y ello no tiene otro fin que aprender. Siempre aprendemos, nos guste o no. No sabemos y es posible que ni siquiera sospechemos cuál debe ser el aprendizaje de los actores de esta tragedia humana: el niño, sus padres, sus abuelos, sus familiares directos, la profesora, sus padres, sus hijos si los tiene, sus abuelos, su familia directa, las comunidades de cada cual, compañeros de colegio, de universidad, de trabajo, la comunidad entera, el país todo.
El Padre Nuestro que aprendí en mis días de infancia decía:
…perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores…
Esas deudas a las que se refería eran precisamente las que habíamos generado y creado. Pero se nos ofrecía y pedíamos perdón, por nosotros y los otros. Todos con derecho al perdón.
El niño muerto ha cumplido un rol importante, y es un vehículo de aprendizaje. Y él ha aprendido por sí sólo. A lo mejor, solamente Dios lo sabe, ha equiparado acciones pasadas en las que estuvo involucrado. O ha venido a aprender todo lo que puede desprenderse de una temprana muerte. O ha venido a servir con su corta existencia para el aprendizaje de los padres, o de todos los que lo rodean y que nombré antes. Su muerte como servicio permite hacer una reflexión, como la que me atrevo a hacer ahora. Podemos pensar en muchas cosas, en muchas razones más. Como por ejemplo que sus padres deban aprender con su pérdida, para prepararse para otra existencia en la que deberán ayudar a otros en esta misma condición. O para ayudar en esta existencia. Como aquel padre de un niño discapacitado que fue capaz de desarrollar la silla de ruedas, que ha ayudado a millones de seres humanos desde ese día. Seguramente ha habido muchos padres que han mejorado los diseños e incrementado las prestaciones de ellas para ayudar a algún familiar cercano. Pero, debía existir algún discapacitado necesitado para que con su servicio pudiera alentar a otro a servirlo. La profesora puede estar equilibrando acciones pasadas, cobrando cuentas, o simplemente siendo parte por omisión de esta situación. Solamente Dios sabe de esto. Pero ninguno es inocente: alguna vez acordaron pasar por la experiencia.
La oración en silencio, las cadenas de oración por el alma del pequeño, enviar la Luz, esas son acciones que hoy sirven. El alma de ese niño tiene que hacer su tránsito hacia el plano espiritual en buena forma, seguro, completo. De otra forma, si abundan las emociones negativas puede ser retenido y quedarse apegado a la tierra, pero en el campo energético de alguien, con las consiguientes consecuencias negativas para ambos.
Eso podemos pedir a Dios, pero siempre se hará su voluntad. Y eso es lo que pedimos cuando oramos:
…hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo…
Entonces aceptemos su voluntad.
Que Dios nos bendiga a todos.
Realmente me congratulo de ser tu amigo y de contar con tus palabras y tu delicada sabiduría.
Es tan difícil encontrar una explicación desde la mente a estos absurdos que tiene la vida, que cuando alguien puede poner un poco de luz en este asunto, es un bálsamo para el alma y un soplo de aliento divino para los que sufren.
Dios te ha bendecido con el don de la palabra y la comprensión y a mi me bendijo con tu amistad.
Un abrazo,
Leopoldo
Leopoldo, agradezco tus palabras, y doy gracias a Dios por poder gozar de tu amistad.
Espero vernos pronto.
Un abrazo y que Dios te bendiga
Querido Luis:muchas gracias por mandarme tan interesante reflexion respecto al tema en cuestion. Estoy totalmente de acuerdo contigo, nosotros no tenemos el derecho de juzgar este lamentable accidente , solo apoyar con la oracion , para que las familias que están involucradas puedan encontrar paz en sus corazones y esto no vuelva ha ocurrir nunca más. Dios te bendiga y ojalá nos veamos pronto.- Cariños Victoria.-
Querida amiga Toya, gracias por tus amables y cariñosos comentarios.
Hemos vivido un año de muchos dolores en este hermoso país. Pero también hemos aprendido mucho todos y como conjunto social. Los sacrificios de algunas almas nos permiten aumentar nuestro nivel de conciencia.
Espero que pronto nos veamos. Mis recuerdos para tí.
Que Dios te bendiga.