Beautiful Boy
Basada en una historia real, plasmada en los libros “Beautiful Boy: A Father’s Journey Through His Son’s Addiction” por David Sheff y “Tweak: Growing Up on Methamphetamines” por Nic Sheff la historia de Beautiful Boy es hoy tan común. El mundo de las adicciones a las drogas, al alcohol, al sexo, al juego, deja a todos con un sabor amargo en la boca después de conocer las dramáticas historias que viven los involucrados. Por eso, cuando termina la película es inevitable no estar sobrecogido por ella. Sin embargo, esta trata muy bien el problema de la drogadicción, pero no desde el punto de vista del morbo que ella tiene en sus situaciones límite, sino en la relación de un padre con su hijo, en el amor incondicional de un padre desesperado, que no sabe qué ni cómo hacer para ayudar a su tan amado hijo.
Steve Carrell, -a quien hemos visto en buenas actuaciones desde hace mucho, con excelentes caracterizaciones como en La batalla de los sexos, The Big Short, y Foxcatcher, por el cual fue nominado a los Óscar como mejor actor- en el papel de David, el padre cariñoso y lleno de ternura y Thimotée Chalamet -a quien vimos el año pasado en Call me by your name, por lo cual fue nominado a los Óscar como mejor actor- en el rol de Nic, el hijo desesperadamente perdido en el mundo de las drogas, hacen un conjunto que muy pronto captura la atención total del espectador en este drama que emociona rápidamente. La película se basa en guión muy potente y bien escrito por Luke Davies, y la dirección de Félix Van Groeningen, a quien conocimos en aquella joya belga que fue “The Broken Circle Breakdown”, historia de una pareja unidos por la música que sufren la muerte por cáncer de su hijita de seis años, y que fue seleccionada en los Óscar en el capítulo Mejor Película de habla no inglesa en 2013, y que a mi gusto debió ser la ganadora.
A no dudarlo esta no será una película del gusto general, porque nos hace ver, desde el lado humano, el tremendo conflicto de la adicción a las drogas duras, en este caso la crystal meth o metanfetamina, y como no gustamos de ver ni vivir esas emocionalidades entonces las evitamos. Pero es una película muy buena, llena de amor, de aprendizaje. Notable es la confidencia del experto que consulta el padre cuando le dice que el éxito de las clínicas de tratamiento no es de dos cifras, como acostumbran a decir en la publicidad, sino que alcanza a una esmirriada una cifra, es decir, un éxito bajo el diez por ciento. Esta película nos pone de frente con los métodos de sanación, y, a los que hemos investigado más en estos temas, nos pone de cabeza en lo poco convincentes que son los diagnósticos, reduciéndolos a temas físicos o mentales, y obviamente, a esos niveles no pueden tener éxito los tratamientos. Por eso, el padre desespera, llega a límites, viendo que a su hermoso hijo amado no puede ayudarle.
La película es un grito a los “científicos”, a los profesionales de los “síntomas mentales” a que recapaciten y abran sus mentes a otras gentes que no ven en las radiografías los problemas de los pacientes, ni tampoco ven en los fármacos la solución. Es una película que debe ser vista por un amplio abanico de personas, como una forma de tomar conciencia de la devastación que producen las drogas.
Las actuación de Chalamet impresiona. Ya dejó de ser una promesa en el cine actual, es ya una realidad, y al parecer nos habituaremos a verle en las entregas anuales de premios de la industria del celuloide. La buena actuación de Carell en general decae cuando debe enojarse, porque no se hace muy creíble en el doble papel. Sin embargo, son notables las escenas donde transmite desazón e impotencia. Las actuaciones secundarias de Maura Tiurney como Karen la esposa actual de Jeff, y de Amy Ryan como Vicky, la madre de Nic, cooperan a la vivencia del drama y sus papeles son creíbles y sólidos. No tienen grietas.
Beautiful Boy, para mí una de las mejores películas de este año, independientemente de si gana premios o no. No se puede dejar pasar.
Beautiful Boy, puro amor incondicional.
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