Hay asuntos que son paradójicos y que me llaman la atención, y uno de ellos son los problemas a los ojos.
Los ojos son interesantes, ya que tienen a su cargo uno de los sentidos del cuerpo, la vista, y el mecanismo de funcionamiento necesita de un par. Es verdad que uno solamente basta para mirar, pero el trabajo de ambos permite abarcar espacios que son muertos para uno sólo, y, además, aporta profundidad. Con uno solamente se pierde el sentido de la profundidad. Haga ahora la prueba. Ponga un bolígrafo o algún objeto a unos 50 cm de usted, o escoja uno de los que hay ahora al alcance de su mano. Tápese un ojo con una de sus manos y tome a la misma velocidad habitual el objeto elegido.
¿Qué ocurrió?
Exactamente, tuvo alguna dificultad para tomarlo. No es invalidante, pero algo de dificultad se experimenta.
Necesitamos entonces para estar completos los dos ojos.
Los problemas a los ojos pueden tener diferentes interpretaciones, siendo generalmente la principal la de representarnos cómo vemos la vida. Cuando tenemos problemas en alguno de los dos, antes de interpretar su lateralidad es necesario comprender que puede haber una componente espacial, es decir, ver el espacio que ocupo en algunos de los dominios en los que participo. Incluso, responder a cómo me veo en ese espacio.
A los ojos les hemos dado desde siempre un significado muy importante, y el lenguaje coloquial, los dichos y refranes hablan a las claras acerca de ello:
¡A ella le tengo echado el ojo!
Este tiene muy buen ojo
¡Es que eso salta a la vista!
Eso lo hace con los ojos cerrados
¡Él habla con la mirada!
Me cuesta un ojo de la cara y la mitad del otro
A ese no lo puedo ver
Esto nos habla de la sabiduría ancestral, ya que estos dichos se repiten en todos los idiomas en todas partes del mundo, y nos hablan a las claras entonces de lo que representan los ojos. Y el uso continuo y prolongado de estos dichos provoca entonces la aceptación inconsciente de la analogía, y por ende en los problemas del órgano son claramente expresados nuestros problemas de vida.
Los ojos son la ventana del alma. La ventana por la cual podemos ver a la otra persona y por la cual nos ven los otros a nosotros. Es una ventana desnuda, sin cortinajes, que no permite esconder nada. «No confíes en quién no mira a los ojos» es un dicho antiguo, y que representa claramente la opinión de que quien no nos muestra su alma no es para entregarse.
Para meditar, contactarnos con nosotros mismos y con los seres superiores, con deidades, maestros ascendidos, para viajar a otros planos, y para dormir necesitamos cerrar los ojos. Vemos nuestro interior con los ojos cerrados. Con los ojos cerrados vemos lo que no se ve.
Las interpretaciones de los problemas a los ojos son bastante personales. Distintas emociones y realidades pueden causar los síntomas. Sin embargo, hay algunas interpretaciones que son claras. Una de ellas es la presbicia, que indica a las claras que se pierde interés en los detalles, en el ahora, y se quiere mirar lo que está lejos, el futuro, que es lo que preocupa. Es una de las complicaciones de la edad madura, derivadas de la pérdida de flexibilidad. Igualmente pasa por la visión borrosa de los objetos lejanos, la miopía, cuyo mensaje es que por alguna razón no podemos o no queremos ver el futuro mediano o lejano. ¿Rabia, impotencia, miedo, inseguridad, decepción? Cualquiera de ellas puede ser la causante, pero el hecho es uno sólo, tenemos dificultad para ver el futuro.
La sociedad actual valora enormemente el alargamiento de la vida. Es una aspiración de mucha gente, la mayoría, creo, el vivir muchos años. Pero siempre con una condición: con salud, pudiéndose valer por sí mismo, no depender de otros. Y vivimos más, y los cuerpos se deterioran, y las capacidades disminuyen, y aparece la soledad, el abandono en muchos casos. Entonces es normal que las personas mayores presenten problemas oculares, porque ya tienen problemas para ver la vida, o ya no quieren verla. Ejemplo de ello son las cataratas, que es ya la manifestación extrema de no querer seguir viendo lo que pasa o va a pasar. Como no puedo cerrar los ojos y no me los puedo tapar entonces hago una catarata y así lisa y llanamente no veo lo que viene. Y ojo, que esto que es extremo tiene gananciales, y uno de ellos es lograr la atención, idealmente permanente, de alguna persona en la plenitud de sus condiciones, y a la cual no es necesario mirarla. Cuando me pica un ojo, y necesito refregármelo puede significar que hay algo –o alguien- que he visto o estoy viendo que me causa irritación, y quiero entonces con ese movimiento –involuntario casi- sacarlo de mi vista.
Los problemas de ojos secos, que pueden ser por problemas de obstrucción de los conductos lagrimales, o mal funcionamiento de las glándulas, indican claramente que hay lágrimas no derramadas. Aquellas que en el proceso de duelo no se vertieron hacen falta hoy para lubricar los ojos. O lisa y llanamente la persona se niega a manifestar sus emociones, las controla al límite. Y entonces se debe recurrir a los lubricantes artificiales. Como siempre, es más fácil y rápido ir a la farmacia y tomar o ingerir alguna sustancia, y someter una vez más el problema emocional que causó el desorden al destierro en la bodega del fondo del patio o del subterráneo, y seguir por la vida como si nada, aunque sin solucionar el problema real, que hará su reestreno en otro órgano más temprano que tarde.
Hablamos con los ojos, siempre. Decimos cómo somos con ellos. Muestran siempre la emoción y los sentimientos que tenemos, o que no tenemos. Somos sinceros a través de ellos. Y alguna vez entenderemos que no es normal ni hereditario perder la capacidad visual. Aprendemos, tenemos comportamientos aprendidos, mentalmente, que nos llenan de dudas, de miedos, de temores a lo que viene. Y además, el sistema que hemos creado, y al cual rendimos pleitesía, nos convence de que el futuro es algo temible y para el cual debemos prepararnos, aun a costa de no vivir el presente. Y paradójicamente, cuando el futuro comienza a acortarse, comienzan las dificultades de los ojos. Pero antes hemos “visto” nuestra sepultura en el cementerio aquel, y obviamente, hacemos realidad la “visión”, adquiriéndola a tiempo, para dejar solucionado “el problema” del depósito de nuestro cadáver cuando haya llegado la hora.
Somos lo que creemos. Y seremos en el futuro lo que creemos ahora. Y los dichos populares que utilizamos generalmente nos dan la clave del porqué en los problemas en los ojos.
Hasta más ver, y que Dios nos bendiga a todos, y nos permita ver lo que no podemos, o no queremos, ver.
Yo soy miope 😦