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Archive for enero 2010

El camino después de la muerte es simple: vamos hacia la luz, sin juicios ni condenas. Mucho menos existe el castigo del fuego eterno por las posibles faltas cometidas en la pasada por el planeta. No hay nadie esperándonos para enjuiciarnos y someternos al castigo presunto. En la vida hacemos lo que hacemos por alguna buena y bendita razón, ya que nada es al azar y todo tiene una causa. Cuando el cuerpo se muere, aquello que somos de verdad, lo que no muere nunca, va hacia la luz. En una muerte traumática puede suceder que el alma se fragmente y un trozo de ella se quede en este plano, sin aceptar la condición de muerte física. Una muerte traumática puede ser un accidente, un asesinato, una agonía por enfermedad crónica, pasar por el estado de coma sin recobrar la conciencia, suicidio o aborto, entre algunas. Cuando sucede esto el trozo del alma que se queda puede deambular sin destino, sumido en las emociones producto de la experiencia vivida, en un plano paralelo al que vemos, tocamos y mensuramos. En este espacio puede suceder que esa alma sea esclavizada por energías oscuras y enviada entonces a producir algún daño físico, material, emocional o afectivo al destinatario de la inquina del o la que paga por producir el perjuicio. Si el alma se salva de caer en las garras de alguno o alguna de estos puede buscar algún cuerpo en el cual cobijarse para obtener la energía que le permite seguir manifestándose, en un evidente estado de confusión. Es común que las almas perdidas busquen cobijo en personas que les parecen propicias para tener la existencia que piensan deben tener. Es habitual que almas –o trozo de alma- de niños pequeños, por ejemplo de cinco o menos años, que han muerto en accidentes caseros, de tránsito o de alguna enfermedad, se metan en algún cuerpo de un gestante, vale decir, de un nonato, una persona aún en el útero materno. Y lo hacen por su deseo de vivir, y tener una larga vida por delante, la que de ese modo se aseguran.

Hay lugares que son especialmente abundantes en almas perdidas: hospitales –por la cantidad de muertes que ahí se producen, o porque ahí llegan los recién muertos-; morgues; cementerios; bares –donde pululan las almas adictas al alcohol-; moteles –almas adictas al sexo-; estadios y conciertos de rock –almas adictas a la violencia y/o a las drogas-; hipódromos y casinos –almas adictas al juego compulsivo-; clínicas. En los hospitales los receptores de muchas de estas almas son precisamente los profesionales y personal de apoyo que ahí trabaja. Las almas poco pacíficas se sienten atraídas a campos vibratorios poco brillantes, y por eso en la antigüedad se instauró la vestimenta blanca para los médicos y enfermeras, de modo de no llamar la atención de este tipo de almas perdidas. Las almas pacíficas que se encuentran en el mayor de los desconciertos por la muerte violenta del cuerpo que les correspondía se sienten particularmente atraídas por campos vibratorios brillantes, en que el color blanco predomina, y buscan entonces forma de agarrarse a él. Los médicos, enfermeras y personal que labora en los centros hospitalarios son presa habitual de las posesiones espirituales, por la cercanía que han tenido con los pacientes que llegada la hora de partir no lo hacen porque han creado algún lazo afectivo con los tratantes. Esto se da especialmente en el caso de los crónicos. Lo mismo sucede a personas que han cuidado por mucho tiempo a enfermos terminales. Cuando el terapeuta se encuentra un alma perdida alojada en un paciente se convierte ella en el paciente primario, y al sanar ésta sana el paciente original. La sanación del alma perdida se produce cuando toma conciencia que su cuerpo original murió –por la razón que fuere- y luego de un proceso se va a la luz. Cuando ello se produce el paciente original sana a su vez, porque se ve libre de la carga emocional ajena –por ser la del alma habitante- que le afectaba. Dentro de los ejemplos que he visto en mis pacientes hay algunos que me han llamado la atención, y que relato para que el lector pueda dimensionar el efecto del fenómeno: Un paciente relata que desde hace algún tiempo vive con un grado creciente de tristeza y melancolía. Tenía como residente el alma de uno que había sido un hombre maduro muerto de un ataque al corazón, perteneciente a una congregación rígida y conservadora de una iglesia, que al momento de ver la luz y a pesar que desde ella lo llamaban algunos seres queridos decidió no irse a ella por la sencilla razón que creía que cuando llegara al destino final lo iban a juzgar o Dios, o quien Él designare, por sus actos en vida y le iban a enviar al infierno en forma directa, porque había tenido relaciones sexuales con la empleada de la casa y eso en su congregación era simplemente un pecado mortal, propio de una conducta reprochable y que merecía solamente el infierno como castigo. Como proceso terapéutico se hubo de pedir que un sacerdote de su creencia le explique que no hay castigo ni brazas ni nada, y que puede ir a la luz a gozar de la bondad y amor infinito de Dios. Una vez hecho esto el alma fue a la luz. El paciente original dejó de sentir la tristeza y melancolía, que no eran emociones propias sino del alma habitante. Una paciente relata que se siente muy cansada, con mucho sueño, y con poca energía. Tenía como residente el alma de una niñita cuyo cuerpo murió ahogado en una piscina a la edad de 4 años, y que lo que buscaba era que la paciente original jugara mucho, especialmente con su perro. Estos juegos, inducidos por la voluntad de la huésped, le consumían mucha energía. Lo más importante de este caso es que el alma de la niña entró a la paciente cuando ella estaba en el útero de su madre, antes de nacer, y desde ahí venía con ella. La paciente original consideraba los deseos de jugar como propios y no podía sospechar siquiera que eran causados por la intrusa. Una vez que la nueva paciente –el alma de la niña- hace el trabajo y toma conciencia de su situación puede irse a la luz tranquilamente. Hoy, la paciente original relata que está con mucha energía y ánimo. Hay almas perdidas que no son pacíficas, o que se van convirtiendo en molestas con el correr del tiempo, sin ser oscuras, y se convierten en un permanente calvario para el portador de ellas. Dentro de ellas están, por ejemplo, las que causan adicciones.

El alma se fragmenta, y como es energía pura un trozo de ella puede contener toda la información de ella. Por eso es que este pedazo de alma, el fragmento, trae como mochila las sensaciones, emociones y pensamientos de la vida que acaba de terminar, manifestando ellas entonces a través del cuerpo en el cual se alojan. El alma es holográfica, y un trozo de ella contiene toda la información. Los chamanes conocen técnicas para recuperar los fragmentos de almas y enviarlos a la luz. Los que no somos chamanes debemos elaborar e investigar en técnicas que permitan hacer el trabajo de sanación de modo que sane el paciente original y las almas –o fragmentos de almas- que se alojan en él, ayudándoles a ir a la Luz, que es el espacio al cual vamos todas las almas una vez que se acaba la vida, a recibir toda la bondad, la compasión y el amor infinito de Dios por nosotros, sus hijos, creados a su imagen y semejanza.

Que Dios nos bendiga a todos.

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Ser exitoso

Una de las palabras más usadas en el mundo de los negocios y en la vida personal es éxito. Sin embargo, nos hemos acostumbrado a medirlo conforme el nivel económico que exhiben las personas, estableciendo entonces una escala cuyas divisiones son las divisas, por ejemplo, o la UF (Unidad de Fomento), o el valor del “activo” de cada quien. Y se asume que a mayor valor de activos más exitosa es la persona evaluada.

La Real Academia Española define éxito como:

–          Resultado feliz de un negocio, actuación, etc.

–          Buena aceptación que tiene alguien o algo

–          Fin o terminación de un negocio o asunto

Estas definiciones son bastante claras, pero no hablan de muchos aspectos, especialmente de la felicidad, de la dignidad, de la alegría de la vida, de la motivación intrínseca, ni de la espiritualidad, por nombrar algunas.

Me he acostumbrado a ver en mi largo recorrido a muchas personas que conforme la escala mencionada arriba son muy exitosas. Sin embargo, al conocer algo de sus vidas ellas adolecen de realización en aspectos que son importantes.

Para analizar el punto, me atrevo a redefinir el éxito como el desarrollo de los talentos únicos y personales, convirtiendo los sueños en realidad, alcanzando metas dignas y logrando el crecimiento continuo de la felicidad.

El éxito así definido entonces, permite ver que la vida de los seres humanos tiene muchos aspectos que determinar para considerarse una exitosa, y no solamente el único mencionado en el primer párrafo, a saber:

Salud, Relaciones, Trabajo, Comodidad (éxito material), Tiempo (disponer de tiempo), Sensación de paz y bienestar, Entusiasmo por la vida, Estabilidad emocional, Amor (pareja, filial, paternal, familiar), Tranquilidad de conciencia, Espiritualidad, Servicio al prójimo, Libertad creativa, Energía, Capacidad de amar.

En los últimos años asistimos siempre a exhibiciones de personajes públicos que la prensa califica de “exitosos” con una vida personal desastrosa, sumidos en las drogas y el desenfreno, que acaban sus inestables vidas en mala forma. Esto se da en especial en gente del mundo del espectáculo y en alguna medida a los deportistas, en el cual el ego juega un papel preponderante en sus vidas. Si analizamos la lista anterior, muchos de ellos son deficitarios en gran parte de ella, y su dosis de felicidad al cabo es precaria, sin embargo, siguen siendo considerados como “exitosos”.

El éxito en el fondo es el flujo abundante y permanente de todas las cosas buenas hacia cada cual. Claramente hay períodos de aprendizaje en nuestras vidas, y muchas veces, cuando creemos que ese flujo se corta y nos vemos envueltos en dificultades que llegamos incluso a considerar insalvables aparecen abiertas otras puertas que nos conducen a otras realidades que nos vuelven a poner en la senda, y aquello que nos fue negado adquiere una dimensión de anécdota, en el entendimiento que si no hubiera pasado aquello no actual no hubiere tenido lugar.

El camino al éxito entonces es un camino personal, recorriendo la senda de la vida, disfrutándola y tomándola como es, una aventura que merece ser vivida. No es un destino, y he aquí que se une con el concepto del desapego, que es disfrutar el camino, desentendiéndose de la meta, pero sin perderla de vista, para recorrer las diferentes rutas que hacen la vida. Ser exitoso entonces está relacionado con el ser, no con el hacer ni con el tener. Piénselo por un instante: ¿es ser exitoso disponer de una cuantiosa cuenta corriente en dólares, pero que no puede pagar un corazón de repuesto o lo es llevar una vida austera pero con un corazón fuerte y sano, como Mahatma Ghandi o Nelson Mandela o Teresa de Calcuta?

¿Adónde vamos entonces con el éxito? Esa es una definición personal, conforme lo que consideremos como componente básica del éxito. Pero la historia de estos personajes, y otros más que en la historia ha habido nos puede centrar en el recorrido. Y este parte por el reconocimiento de lo que son mis condiciones personales, mis talentos propios, mi esencia, y lo que considero como pilares del éxito. Defino mis metas, las que quiero alcanzar, y me empeño en ello. El estudio, la formación, la dedicación son pilares fundamentales del proceso.

¿Y qué es lo que quiero ser? Esta es una pregunta de la mayor profundidad en la búsqueda, y es la búsqueda en sí misma. Sospechando o visualizando lo que queremos ser es necesario usar el indicador de satisfacción interna como barómetro de que estamos recorriendo el camino de lo que queremos ser.

Pero la búsqueda del éxito necesita de mayor comprensión. Una de ellas es superar los inconvenientes y desarrollarnos personalmente. Superar las decepciones, frustraciones y rabias es básico, como también el ser flexibles frente a los acontecimientos de la vida, ya que ella es muy dinámica y debemos adaptarnos a los cambios, como la naturaleza se adapta a los ritmos propios.

La motivación interna es la que nos lleva a hacer lo que debemos hacer para ser lo que queremos ser. Y esa motivación es la que nos hace ser exitoso en todos los aspectos que mencioné arriba.

De lo aprendido en esta carrera de la vida es que cuando nos proponemos hacer algo, y ello está en resonancia con lo que debemos ser el Universo se confabula para que llegue todo lo necesario para llevarlo adelante. Y así se cumplirá el flujo permanente y abundante de todas las cosas buenas hacia nosotros.

Que Dios nos bendiga a todos.

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