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Archive for the ‘TVP’ Category

Mucha gente me pre310813dbaad7600medgunta por las posesiones espirituales, o espíritus adjuntos (attached, en inglés), o espíritus apegados a la tierra o entidades. En fin, como quiera que los escuches llamar, o los llames, estos espíritus están y son bastante comunes. Ocasionan además muchos problemas en los anfitriones, ya que ven su voluntad doblegada por estas entidades.

Y son diferentes a las posesiones demoníacas en cuanto a sus características. Estas están para destruir a la persona, para hacerla sufrir, para causarle daño, en forma muy pronunciada, fuertemente. Pero de estas no vamos a hablar hoy. Vamos a hablar de las posesiones que provienen de almas perdidas. Un alma perdida es simplemente el alma de una persona muerta que por alguna razón no se va a la Luz, o al cielo como llaman los católicos, que es el camino natural de todas las almas cuando ocurre la muerte física. Puede ser también un trozo del Alma de la persona que murió, porque el Alma se fragmenta, y una parte puede ir a la Luz y otra parte quedar apegada a la tierra.

Esta alma perdida se adosa a una persona por alguna razón, y comienza a parasitarla, tomando de su energía e influyendo en su voluntad. Para que entre una entidad la persona debe necesariamente pasar por una situación emocionalmente fuerte, traumática o angustiante. De ese modo, disminuye su capacidad de defensa energética y posibilita la entrada del huésped. Este comenzará entonces a influir sobre la persona. Cuando estas intrusiones se producen en la temprana infancia es difícil identificarlas, porque la persona crece con ellas, y su comportamiento parece el propio, aun cuando sea influenciado por esta.

Las conductas que colocan en riesgo a las personas son los abusos de alcohol, de drogas, de sexo. Y las entidades que entran fueron alcohólicos, drogadictos o adictos al sexo antes de morir. Puede que de pronto se comience a experimentar con el tabaco, no habiendo fumado antes. Las emociones fuertes como la rabia, el dolor, la pena profunda, el odio, y situaciones como violencia física o accidentes, pueden facilitar la pérdida de energía del aura y sufrir entonces una desprotección. También el dolor por las muertes de seres queridos provoca lo mismo.

Es común que las almas perdidas tengan afinidad con el anfitrión. También puede suceder que las almas perdidas tengan vínculos sanguíneos con las personas que los llevan. Por ejemplo, un padre que al morir se queda con alguno de los hijos para “seguir cuidando a la familia”, o “cuidar los bienes”. O simplemente se quedan para “acompañar” o “cuidar” a alguien, para que no sufra la partida. O bien alguno o alguna se queda para “cuidar” a quien le cuidó en su último período de vida, como retribución. O una madre que se queda para cuidar a la hija que necesita cuidados. Estos gestos de amor y de cariño pueden crear un cierto condicionamiento que puede llevar a que los fallecidos o fallecidas no sigan su camino espiritual.

Las señales de estar poseído por un alma perdida se pueden identificar por, entre otras:

  • Nivel de energía bajo
  • Problemas de memoria
  • Escasa concentración
  • Cansancio
  • Cambios de humor repentinos
  • Comenzar a hacer cosas que antes no se hacían
  • Conducta impulsiva
  • Voz que habla internamente
  • Depresión o, al revés, ansiedad, repentinas
  • Problemas físicos sin razón aparente

Esta lista puede ayudar a visualizar si estamos siendo afectados por alguna alma perdida, que nos ha poseído y está en forma silenciosa haciendo que modifiquemos nuestra conducta y perdamos voluntad.

La posesión no es una sentencia de muerte, y son por lo general lo que causan lo que se llama las “enfermedades mentales”. Por lo general la posesión tiene remedio, y a veces es muy fácil.

El asunto es que el paciente tenga la voluntad de trabajar en una desposesión, o liberación. Pero, si el paciente no quiere el terapeuta no puede.

Que Dios nos bendiga

 

 

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cvnvlcexeaaxf48Nos hemos estremecido con la noticia de una niña de 12 años de San Pedro, en Concepción, que mató a su abuela a martillazos en la cabeza. La niña relató que estaba durmiendo y despertó cuando una voz le dijo “mata a tu abuela o si no ella te va a matar a ti”, según lo que dice la prensa. Este caso no es el único. Recordemos el caso de un joven que hace algunos años asesinó a un cura degollándolo dentro de la catedral de Santiago, asegurando después que una voz le había ordenado hacerlo. Dentro del último mes me ha tocado ser actor en un caso parecido, aunque no tan violento, de una niña de 13 años, sobrina política de una amiga, que se sumió en una profunda depresión, llevándola hasta la internación hospitalaria en donde se le aplicaron numerosos químicos para mantenerla sedada y anestesiada por un par de semanas, quien ha dicho que las voces le dan diversas órdenes.

Estas son muestras simples y claras de posesiones espirituales. No se trata de esquizofrenia, aquella “enfermedad mental” que han inventado los siquiatras que no pueden entender, ni tampoco se abren a comprender el plano paralelo, el de las almas perdidas. Misterios ancestrales, relatados en todos los testimonios y libros religiosos que son negados por la famosa y respetada ciencia. Todos los pueblos originarios saben de esto y tienen siempre entre su gente a algunas personas que saben tratar esto. La iglesia católica tiene también una buena cantidad de sacerdotes que hacen estas labores de “liberación” como llaman ellos. En casos extremos se llega al exorcismo. En el lenguaje coloquial le llamamos “limpieza” o simplemente “desposesión”.

Las posesiones espirituales son causantes de estos “fenómenos” tan habituales. No todas las posesiones son tan violentas como para inducir a alguien a asesinar a otras, sino que las hay en todo el espectro de alteraciones de la voluntad de las personas. Todas causan alteraciones en la conciencia y en el comportamiento, algunas más pronunciadas que otras. Estas pueden ir desde problemas de relaciones personales, pasando por problemas alimenticios, depresión, desarrollo de fobias, comportamiento compulsivo, violencia, cambios súbitos de humor y otras alteraciones.

Hay acusaciones contra los profesionales de la salud quienes estuvieron a cargo de la niña en instituciones de acogida por no prever esta situación, asegurando que no se hizo suficiente en el diagnóstico y prevención. Esto es absolutamente injusto, pero es consecuencia de lo mismo que siembran los médicos en el sentido que se puede prever la enfermedad.

En los casos de posesiones espirituales esto no es posible, por algunas razones. Una de ellas es que la acción del espíritu posesor puede estar silente por períodos y manifestarse en ciertas ocasiones. De hecho, en el caso de la chica de 12 años nada podría haber hecho sospechar que dicha posesión la iba a despertar e inducir a reventar a martillazos a la abuela, porque puede incluso que este espíritu haya aparecido y se haya ido. Es lo mismo que le pasó al asesino del sacerdote de la catedral. Los sicólogos y siquiatras por lo normal no sospechan de esto, porque no está en su sistema de creencias la existencia del plano paralelo y menos entender su funcionamiento, dejando todo este fenómeno en el plano de la superstición y la ignorancia. La gente de pueblo conoce de esto y sabe que hay personas sencillas y sabias que hacen trabajos de limpieza, así como también de muchos otros que, a la inversa, hacen “trabajos” que causan estos fenómenos de posesiones.

En el caso de la pequeña de 13 años, a la cual ayudamos mediante tratamiento a distancia, después de estar amenazada de recibir electroshock por la siquiatra tratante. la llevamos donde un sacerdote, con el cual rezamos largas oraciones de liberación, y recibió además agua bendita y óleo de liberación. Al cabo de unos minutos de finalizar cambió su comportamiento y pronto volvió a ser una chica alegre y comunicativa, todo lo contrario que había sido en las últimas semanas. Sin embargo, a los pocos días nuevamente fue atacada por un par de entidades que la poseyeron, pero prontamente fueron expulsados por mi amiga, quien ayudada por la oración pudo hacer la limpieza. La niña le contó que las voces le decían que le dijera a mi amiga que se fuera, que no tenía que estar ahí. Al final la historia ha tenido un fin alegre. Pero la espada de Damocles sigue pendiendo sobre su cabeza por su delicada situación emocional producto de conflictos familiares.

Como ya he explicado las posesiones espirituales no son todas violentas, pero sí son comunes y causan muchos problemas de comportamiento, de salud y de relaciones. Son más comunes que lo que pensamos. Hay muchas preguntas que buscan respuestas en relación a esto, pero nunca debemos olvidar que la sabiduría popular, gente de los pueblos originarios y gente de la religión saben de esto y pueden ayudar a la sanación. No son enfermedades mentales. No es esquizofrenia. Esos son inventos sin ninguna base que lo único que hacen es aumentar el temor y la ignorancia.

Recuerden que Jesús instruyó a los apóstoles en la “expulsión de demonios” y los envió de a dos a los pueblos a hacer la tarea de llevar sanación.

Que Dios nos bendiga a todos.

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foto-23612Radio BíoBío en su sitio web del lunes 12 septiembre de 2016 ha informado lo siguiente:

“Un gendarme de 19 años murió al interior de la torre de seguridad donde ejercía labores de custodia, en la cárcel de Quillota.

De acuerdo a los primeros antecedentes, el funcionario se habría disparado haciendo uso de su arma de servicio, a eso de las 02:00 horas de esta madrugada, hechos que son investigados por Gendarmería.”

Es bastante común escuchar que los gendarmes (en Chile Gendarmería es el órgano armado encargado de la custodia de los detenidos procesados, y de las cárceles), tienen altas tasas de licencias médicas, y presentan casos de suicidios. No conozco cifras de retiros, o de alcoholismo, o alguna otra adicción que provoque problemas laborales en la institución, pero supongo, a la luz de lo que plantearé en adelante, que estas cifras deben ser importantes y un continuo dolor de cabeza para sus jefes y autoridades.

Los lugares donde hay sufrimiento y dolor, y muerte, son un reservorio de almas perdidas. Las almas perdidas son almas de personas muertas que por alguna razón no han continuado su camino espiritual y no han ido a la luz -el cielo llamado comúnmente-, y se quedan apegados a la tierra -earthbounding, dicen los escritores en inglés del fenómeno-. En este apegarse a la tierra, se “pegan” al campo vibratorio o campo luminoso -el aura- de las personas vivas, y comienzan a influir en ellas, de diversas formas. Comienza una lucha de voluntades.

Hay algunas personas que son más vulnerables que otras a estas intrusiones, o posesiones como son llamadas comúnmente, por diversos motivos. Entre ellos puedo mencionar. por ejemplo, cuando se sufren golpizas a cualquier edad, pero con mayor efecto cuando se es pequeño; episodios de rabia u odio profundos; peleas físicas; operaciones con anestesia general; accidentes; torturas, es decir, cualquier episodio que cause una alteración de la conciencia habitual y produzca una grave caída en la energía habitual que posibilite estas intrusiones.

Las cárceles son lugares de mucho dolor y sufrimiento. Para empezar los propios de la privación de libertad. Eso ya es traumático. Enseguida vienen los producidos por la violencia al interior de los penales. Violencia física, sicológica y mental. La violencia física propia de quienes han vivido siempre en un modelo social de solución de sus controversias a golpes, con la salvedad que el uso de armas de cualquier tipo es una herramienta de la pelea. También están las agresiones sexuales que tanto se comentan. Estas son verdaderas y agregan más violencia a las cárceles. Por lo tanto, las personas presas son, a no dudarlo, portadoras de almas perdidas, y algunas de ellas muy oscuras.

También está la violencia de los custodios contra los custodiados, no importando si ella es con o sin razón. Existe. Y ello produce un fenómeno muy preocupante: las maldiciones a los custodios.

Los gendarmes entonces están muy propensos a ser “poseídos” por estas almas perdidas que abundan en las cárceles.

Las tienen los presos, las llevan y traen los familiares, y el lugar físico tiene las propias, de aquellos que murieron entre sus gruesas murallas. Y, por si fuera poco, las maldiciones hacen lo suyo con otras entidades de este tipo.

Conocí a un médico jefe de un penal, cuya preocupación constante eran cuidar que no hubiera suicidios entre los presos. Para ello disponía de un arsenal de químicos para mantener a raya los “deseos” de suicidarse de los más complicados. Mantener drogado a muchos es también una constante.

Cuando una persona se suicida, su alma, lo que somos de verdad, sale despedida del cuerpo, para graficarlo, y en un estado de confusión tal que normalmente no es capaz de ver la luz, ni mucho menos irse a ella, para completar su viaje espiritual. Por el contrario, no quiere ir a la luz cuando la ve, ya que en su confusión cree que su intento de suicidarse falló, al ver que continúa con sus sensaciones y emociones, aunque ahora sin cuerpo físico, lo cual tampoco comprende ni menos puede aceptar. Entonces esta alma se convierte en una apegada a la tierra, que buscará un anfitrión que la cobije y le entregue la energía que necesita para seguir su proceso. Entonces buscará a alguien que vibre en su vibración, o parecido, y se “le pegará”.

El alma perdida siempre mantiene el recuerdo de su última existencia en un cuerpo, por lo tanto, un alma de un suicida recordará esa, con esa realidad, pero, en su confusión cree que el intento falló por lo cual tratará de repetirlo, para ver si ahora tiene éxito. Y entonces ahí se produce la lucha de voluntades con el alma dueña del cuerpo, para ver quién manda y toma el mando de las acciones. Si el alma anfitriona es débil, seguramente ganará la huésped y entonces se producirá el intento de suicidio. Si el alma es fuerte, es decir, mantiene una fortaleza propia de un ser que es amado y respetado no podrá haber derrota y no habrá posibilidad de un suicidio. Pero, si esa alma decae en sus fuerzas, producto de algún proceso emocional como relaté antes más arriba, puede existir la probabilidad de atentar contra su vida.

Eso es con seguridad lo que sucedió con este jovencito de 19 años que se suicidó.

Bajó la guardia, fue poseído, y fue inducido al suicidio por el alma errante apegada a la tierra, el alma perdida de un suicida.

Imaginen ustedes qué fortaleza puede tener un muchacho de 19 años que se ve enfrentado a un mundo donde viven aquellos que han vivido en la violencia y han cometido delitos, muchos de ellos atrocidades en contra de otros seres humanos.

El amor es el que da la fortaleza a nuestro campo luminoso, y lo que nos mantiene firmes y protegidos.

Que Dios nos bendiga a todos.

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manos-ayudaHay un taller que realizo desde hace muchos años, que se llama “El Propósito del Alma”, cuyo creador es José Luis Cabouli, mi querido y recordado profesor de mi curso de formación como Terapeuta de Vidas Pasadas, en Argentina. En ese taller, que se hace bajo la forma de una regresión, vamos al espacio entre vidas, antes de nacer a esta vida actual, y en él se revisan los diferentes aspectos de lo que será lo que viene, la forma en que se diagrama la existencia futura y las elecciones y acuerdos que se hacen para llevarla adelante. Es un taller muy poderoso, de mucho descubrimiento, de mucho trabajo interno, y de sanación profunda.
Hace dos días fui invitado a un taller de mi querida amiga Cecilia, donde nos planteó la revisión de lo que era ayudar y servir, y una cosquilla recorrió mi espalda, al recordar el ejercicio cuando lo hice de alumno de José Luis en el curso de formación hace algunos años, por lo que ello significaba como concepto.
Nada hay casual en la vida en este planeta de aprendizaje.
A continuación transcribo el ejercicio que hice ese día, como lo ha escrito José Luis en el libro llamado “El Propósito del Alma”, en que recopila su trabajo, y lo pone a disposición de las gentes:

-¿Cómo es el espacio donde tu alma se encuentra diagramando el anteproyecto para esta vida?
Es un ambiente alegre y vívido.
-¿Estás sólo o acompañado?
Está mi maestro y hay tres energías mayores.
-Fíjate quienes son y qué aspecto tienen los seres o energías que te acompañan
Son altos maestros del consejo kármico. Ellos son los que tienen los libros y los hojean. Revisan los libros de allá    para acá y de acá para allá a medida que yo expongo el plan.
-¿Qué te dicen estos seres?
Me dicen que debo ser consciente; que el plan será difícil, será duro y requerirá mucho esfuerzo.
-Fíjate cómo se prepara tu anteproyecto para esta vida. ¿Lo decides por ti mismo o te ayudan estos seres?
El plan lo diseño yo mismo. Lo discutimos seriamente, pero es lo que yo propongo. Yo lo tengo preparado, pero ellos me sugieren que lo haga más suave. Mi maestro se preocupa mucho. Me dice que soy muy porfiado y se molesta bastante al principio y trata de hacerme ver la necesidad de suavizarlo, pero después acepta el plan y me da su amor y decide apoyarme firmemente. Ellos están contentos por mi proposición de esfuerzo y me preguntan si dispongo de la fortaleza para cumplirlo.
-¿Cuál es la idea básica de este anteproyecto?
Servir y aprender.
-Fíjate qué otros aspectos acompañan a la idea central de tu plan de vida.
Son regalos para cumplir el plan. Será difícil, pero hay que ser valiente.
-¿Qué parte o aspecto de este plan te resultará lo más difícil de realizar o aprender?
Lo más difícil será trabajar la soberbia y el orgullo.
-¿Traes alguna asignatura pendiente de otras vidas? ¿Hay algo de otras vidas que tengas que resolver ahora?
Arrastro culpas, rabia y frustraciones. Tengo que resolver relaciones. Está todo acordado. Así será.
-¿Qué es lo que tu alma espera lograr al término de esta experiencia?
El plan es aprender pronto y trascender. Espero acelerar el proceso de aprendizaje, hacer algo de peso y dejar de sacar el pasaje de vuelta a la Tierra.
-¿Qué ayuda o compañía tendrás del espacio para desarrollar esta experiencia?
Mi maestro me guiará y me llevará al encuentro con los que me asistirán para cumplir el plan.
-¿Hay algún otro aprendizaje a realizar?
Tener fe. De eso se trata.

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imagesrfgtrLa medicina ancestral, la de las culturas llamadas aborígenes, entienden muy bien el concepto de fragmentación del Alma, y sostienen que ello es lo que produce enfermedades. En el chamanismo la recuperación del fragmento del Alma constituye parte fundamental de su visión y práctica de la sanación: el chamán viaja al inframundo a recuperar y liberar ese trozo de Alma para devolverlo al paciente, quien al completarse restablece su equilibrio y su salud. Simplemente es así. En nuestro país, la medicina mapuche, que no tiene una palabra para denotar “enfermedad” ya que según ellos el tener la palabra llama la realidad –y no tuvieron nunca clases de PNL ni escucharon a Humberto Maturana-, nos indica que cuando el cuerpo enferma es porque el hombre ha sido intervenido, afectado en su voluntad y su Alma ha sido robada. El machi (o la machi) viaja a ese mundo paralelo donde está el Alma prisionera, incluida la “cueva del brujo”, para rescatarla y traerla de vuelta, ayudado además por el uso de plantas sagradas como el canelo, el palqui o el laurel.
Es en el Alma donde están almacenadas nuestras memorias de tantas y tantas vidas, es donde están grabadas la suma total de quienes hemos sido en otras encarnaciones, de nuestras experiencias, lo que nos va definiendo en nuestros cuerpos y formas de vida. Todas las experiencias quedan registradas en el Alma. El Alma, lo que somos en realidad, nunca muere, y conforma nuestra individualidad y define nuestro carácter.
El fenómeno de la fragmentación del Alma es un concepto milenario que los antiguos comprenden muy bien, y que ha quedado plasmado en el vocabulario popular metafóricamente, por ejemplo: “se me partió el Alma cuando me dejaste”, “te fuiste y algo en mí se murió”, “sentí que se me fue el alma al suelo”, “ese hombre es un desalmado”, “dejé mi corazón con ella”, “me siento vacío”, “siento un vacío en mi corazón”, “un trozo de mí se fue cuando él murió (se fue, me abandonó)”, y muchas más. Frases como estas describen claramente la condición de fragmentación del Alma.
Cuando vivimos situaciones angustiantes, experiencias cercanas a la muerte, apremios físicos como torturas, violaciones, asaltos, golpizas, secuestros u otros acontecimientos traumáticos, abandono de seres queridos, muerte de seres amados, despidos de trabajos, cambios no deseados de ciudad o país, como el exilio, y otras situaciones por el estilo, hay una gran probabilidad de que nuestra Alma se fragmente y un trozo de ella se quede en el lugar en que sucede el acontecimiento. Y dejamos de estar completos, ya no estamos enteros, algo nos falta. Los traumas físicos o emocionales pueden ser causa de “admitir” un trozo de Alma ajeno a nosotros, una posesión al final, especialmente los que consideramos internamente como amenazas para nuestra vida. Dentro de ellos podemos mencionar como frecuentes las intervenciones quirúrgicas en que perdemos la conciencia por la anestesia. Es como dejar el cuerpo abandonado. También las donaciones de órganos, ya sea como receptor o dador, al igual que las amputaciones de miembros pueden causar fragmentación. Afectación de algo muy personal como son los genitales, ya sea en forma de violación, incesto, mutilación, o abusos como los que vemos se denuncian a diario, son causales de fragmentación muy seria.
Siempre hay que escuchar al paciente atentamente, porque siempre el paciente dice lo que le pasa: no hay que interpretar nada, porque es literal. Es necesario aprender a escuchar en silencio y no hacer juicios ni interpretaciones alambicadas. Solamente basta escuchar.
La persona afectada siempre va a describir su situación de fragmentación del Alma. Puede decir por ejemplo que está o se siente vacía, desconectada, que siente que no es ella, o que no tiene interés en la vida o que el corazón está vacío, o que anda perdida por la vida, sin encontrar rumbo. Es necesario aprender a escuchar. Y a observar su realidad. Por ejemplo, quienes sufren por este fenómeno, bastante común por lo demás, se ven afectados habitualmente por la depresión, por la pérdida de interés en participar en asuntos sociales convirtiéndose en solitarios y callados, por la reticencia a entablar relaciones amorosas, o a buscar y mantener un trabajo. Observar y escuchar es la clave.
Quienes trabajamos en este fenómeno, recuperando Almas, jamás hacemos juicios de valor a la persona que llega, y solamente preguntamos. Yo aclaro además que no es mi papel juzgar ni condenar a nadie, y que solamente me limito a ayudar a quienes me lo piden.
El fenómeno de la fragmentación del Alma es muy común, y puede producirse a cualquier edad en el ser humano. Entenderlo puede significar grandes ahorros de tiempo y dinero en tratamientos.
Que Dios nos bendiga a todos.

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sexto-sentidoNo es primera vez que escribo o hablo sobre ello. Ni va a ser la última. Por allá por el año 98, cuando tuve las primeras experiencias con la técnica terapéutica de las regresiones, quedé sorprendido con el fenómeno y con la importancia que pueden tener en nuestras vidas las posesiones por espíritus ajenos. Una posesión espiritual puede llevar nuestra vida por una vereda completamente diferente a la de nuestra voluntad, por más fuerte que parezcamos ser. El trabajo terapéutico que realizo con las Almas posesoras me ha llevado a profundas reflexiones sobre las creencias que he tenido sobre la vida, la muerte y la vida después de la muerte, así también como lo que he pensado sobre la conciencia y las consecuencias de nuestros actos. Con el acercamiento al chamanismo y a las medicinas ancestrales he tenido la fortuna de comprender el fenómeno de la fragmentación del Alma y los atrapamientos de la conciencia en episodios dolorosos y traumáticos del pasado, que constituyen verdaderos hitos que marcan el presente, con todas las consecuencias que ello puede tener. Tengo el convencimiento profundo después de años trabajando con cientos de pacientes que los espíritus posesores existen y que las técnicas que utilizo en el trabajo funcionan.
El temor a tener que cambiar las creencias, lo que lleva a quedarse sin un marco de referencia y un poste en el cual afirmarse, y la ignorancia, unida al fanatismo religioso, lleva a muchos a pensar que las posesiones espirituales son malignas, infernales, oscuras, fantasmales y terroríficas. Es cierto que las hay de este tipo, pero en su inmensa mayoría son solamente Almas, como la suya o la mía, que no han podido, no han sabido o no han querido ir a la Luz, a seguir el camino que seguimos todas las Almas una vez que el cuerpo que nos ha alojado en la vida muere. Como siempre digo, mi verdadero paciente es la entidad alojada en el campo vibratorio de la persona que me pide ayuda, ya que es un prisionero, que está atrapado en este plano manifestando el mismo estado anímico y emocional que antes de dejar su cuerpo original tras la muerte de éste, asunto que pudo ocurrir meses, años o décadas atrás. He tenido experiencias con entidades cuyos cuerpos originales han muerto hace más de 100 o 150 años, ¡más de un siglo! Esta entidad cautiva no evoluciona a la par que su anfitrión, y muchas veces entorpece, dificulta o anula el crecimiento y educación de este. El no ir a la Luz las priva de la propia evolución como Alma, ya que no pueden acceder al plano “superior” donde se regenera la energía, se restañan las heridas, se recibe amor, comprensión y cuidados, y se prepara para una próxima experiencia terrenal, o donde sea. No tienen progreso espiritual.
La desposesión espiritual tiene resultados inmediatos en las personas. Y además esos cambios permanecen en el tiempo. Los síntomas por los que llega la persona que consulta pueden ser físicos, emocionales, mentales o espirituales, y pueden remitir instantáneamente.
La desposesión espiritual necesita valentía para enfrentarse a lo desconocido, a entidades sufrientes, a traumas inimaginables, a crueldades que van casi más allá de lo soportable, a dolores profundos y a escuchar acciones de bajeza indescriptible. Es un trabajo para valientes. Hay entidades de todo tipo, y muchas de ellas se vuelven después de un tiempo en tiranos que tratan de hacer prevalecer su voluntad por sobre la del dueño del cuerpo, llevando a situaciones límite o trágicas.
Un Alma que no va a la Luz puede ser capturada y convertida en esclava, para ser enviada a alguna persona a causarle daño, ruina, o muerte. Ese es el trabajo de magia negra tan recurrente y conocido en nuestros países. Muchas veces son utilizadas también para hacer amarres de parejas, para inducir quiebras económicas y producir enfermedades. Incluso se utilizan para llevar maldiciones familiares, las que se transmiten de padres a hijos, por ejemplo.
El Alma prisionera no tiene conciencia de que está ocupando un cuerpo que no le pertenece. Cree que es el suyo, ya que no muchas veces no asimila que el propio murió anteriormente. Algunas almas se resisten a ir a la Luz, y en su testarudez hacen del trabajo de desposesión uno cansador y hasta agotador, pues se niegan a dejar a sus anfitriones. Muchas veces esas almas son parientes que no quieren despegarse por un mal entendido amor familiar. Hay que explicarles con mucha calma lo que sucede y lo que están haciendo, ya que quiebran la ley del libre albedrío al poseer un cuerpo sin autorización del dueño que una vez que se da cuenta de ello reclama su libertad.
Las almas que se quedan en este plano tratan muchas veces de seguir con lo que estaban acostumbrados a hacer cuando su cuerpo tenía vida. Muchos están confusos, infelices, frustrados y muchas veces rabiosos. En el estado de Almas perdidas no tienen nada que los satisfaga y tampoco tienen energía para cambiar su estado deplorable. Entonces comienzan a producir estragos en los anfitriones.
¿Ha notado en usted o en personas cercanas cambios súbitos de humor, de comportamiento, de forma de pensar o actuar?, ¿ha visto cómo se transforma un ser querido cuando consume una copa de alcohol? ¿Ha escuchado decir que alguien no parece el mismo? Bueno, estas pueden ser claramente indicios de presencias extrañas en el campo vibratorio de usted o alguien que conoce. La desposesión espiritual puede ser una buena terapia para liberar las almas perdidas y lograr paz y armonía en la vida.
Que Dios nos bendiga a todos, incluidas las posesiones espirituales.

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DepresiónSe comprende la depresión como un concepto que está compuesto por varios síntomas que abarcan desde un simple abatimiento hasta la apatía total de un ser humano. Es un trastorno del estado de ánimo. Hay muchos que consideran que este síndrome (conjunto de síntomas) es artificial y que lo que padecen las personas pueden ser diferentes estados emocionales en que la tristeza es una de las principales. Pero, para efectos del análisis aceptemos la depresión como un síndrome de síntomas corporales, que va acompañado de paralización de la actividad, apatía generalizada, melancolía, sensación de infelicidad y culpabilidad. Los síntomas corporales más conocidos son: irritabilidad, cambios de humor repentinos, tristeza, ansiedad, pérdida del placer sexual, taquicardia, inapetencia, estreñimiento, trastornos menstruales, baja de tono muscular, trastornos del sueño, pérdida del ánimo, cansancio, dolor de cabeza, llanto incontrolado, ideas de ruina (económica, laboral, financiera, amorosa), dolor de espalda y pérdida de interés general en todos los ámbitos. Hay que tener cuidado en los síntomas porque no son copulativos, es decir, no aparecen todos los descritos juntos en una persona. Puede ser que alguien no sienta tristeza, pero sí un decaimiento y pérdida de interés en lo cotidiano, y se retire de sus actividades hasta antes normales.
Hay un par de aspectos importantes en la depresión sobre los que es conveniente llamar la atención, y que son por un lado la culpabilidad y por otro la tristeza y necesidad de llevar una vida diferente a la que se ha llevado. Es una retirada hacia adentro, en que se hace el depresivo reproches internos –y a veces exteriorizados- buscando perdón, y una lucha interna entre lo que se ha sido y se es contra lo que se desea ser. El profundo anhelo de llevar una vida distinta, y no poderlo concretar por la razón que fuere genera esta lucha silenciosa y profunda.
La depresión es más común entre las mujeres que entre los hombres, y entre las que han vivido relación de pareja que en las solteras. Se estima que afecta entre el 12 % y el 20 % de la población.
Es frecuente que se desencadene un proceso de depresión como se ha descrito cuando suceden eventos como los siguientes: muerte de seres queridos, desilusiones sentimentales, conflictos laborales, problemas interpersonales, jubilación no asumida, pérdida de trabajo, problemas económicos o financieros, quiebras, perturbaciones por pésimas noticias, vivir tragedias personales como asaltos, agresiones físicas y verbales, y accidentes graves.
Es necesario llamar la atención sobre un punto importante, y es que muchas personas atraviesan por estas situaciones y no se les desencadena una depresión. La explicación es que las causas de la depresión son fundamentalmente internas antes que externas. Y pueden ser de larga data. Estas causas pueden ser, entre otras, las siguientes: rigidez de pensamiento que lleva a una incapacidad de cambiar, apego al pasado ya ido, miedos, soledad, preocupaciones, tristeza, frustraciones (de todo tipo), dificultad de comunicarse con otros, dependencias afectivas, pesimismo recurrente, tensión nerviosa, y pérdida de vitalidad.
Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dalhke en su famoso libro “La enfermedad como camino” plantean que lo que en realidad deprime al depresivo puede ser una de estas tres causas:
a. La agresividad bloqueada y no exteriorizada, que al final de dirige contra uno mismo. La agresividad dirigida contra uno mismo encuentra su expresión más clara en el suicidio.
b. La responsabilidad rehuida. La depresión es una forma de rehuir la responsabilidad, y ella está alimentada por la culpa escondida. El miedo a asumir la responsabilidad está en primer término en todas las depresiones que se producen cuando la persona tiene que entrar en otra etapa de su vida. Ejemplo de ello es la depresión post-parto.
c. Renuncia, soledad, vejez, muerte. El depresivo es obligado por la vida a enfrentarse súbitamente al otro polo de la vida, la muerte. Todo lo vivo, como cambio, movimiento, relación social y comunicación es arrebatado al depresivo y se le ofrece el polo opuesto a lo vivo: apatía, soledad, pensamientos sobre la muerte. El conflicto radica en que se teme tanto a la vida como a la muerte. La vida activa trae consigo culpabilidad y responsabilidad y es justamente lo que se trata de evitar.
La depresión nos hace sinceros: hace visible la incapacidad de vivir y de morir.
La depresión es claramente la resistencia al cambio. Es la manifestación de la existencia de fuertes apegos, y ellos impiden el crecimiento personal. Nos atan al ayer, y el pasado es lo que cerré, lo que quedó atrás. Es pena de amor. Cuanto más apego tenemos más fuerte es la depresión y el apego se basa en el temor y la inseguridad, por ello la depresión es la experiencia constitutiva del desapego.
Creo que una vez que superamos la depresión salimos embellecidos.
Hay un aspecto al que quiero referirme brevemente y es que en mi experiencia terapéutica gran parte de las depresiones son causadas porque cargamos con energías extrañas a nosotros en nuestro campo vibratorio. Ellas son por lo general almas perdidas, que son aquellas almas –o fragmentos de almas- de personas depresivas y ya muertas que por alguna razón no siguieron el camino natural de ir a la Luz una vez que el cuerpo falleció, y que se quedan en este plano paralelo, invadiendo nuestro campo luminoso, y provocando desórdenes conductuales. Dentro de las razones pueden estar los trabajos de brujería que nos afectan, ya sean dirigidos a nosotros o a parientes cercanos y que por ende nos afecten por cercanía. Así, el alma perdida de un suicida ejercerá presión para que el anfitrión se suicide a su vez. El alma de una persona que murió en soledad ejercerá presión para que sienta esa misma soledad. Y el alma de una persona muerta de tristeza forzará al anfitrión a sentir esa misma tristeza.
Recordemos que los lugares en que más se encuentran estas almas errantes o perdidas son los hospitales, clínicas, morgues, cementerios y otros lugares de este estilo. Por eso, es fácil ir a una intervención quirúrgica y volver a casa con uno o más huéspedes indeseados, lo que puede suceder a las parturientas.
La sanación de este depresivo pasa por sanar al huésped, es decir el alma perdida, enviándolo a la Luz. Una vez hecho esto, el anfitrión, es decir la persona deprimida, sana inmediatamente.
Que Dios nos bendiga a todos.

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crisis de pánicoHe tratado de buscar en internet algo creíble de las crisis de pánico. Pero siempre llego a lo mismo: a la desregulación de alguna sustancia que actúa a cierto nivel en la corteza cerebral o en otro lado, producida por disfunciones desconocidas, pero fuertemente influenciadas por el estrés. O sea nada. Ni una razón valedera, ni una causa, ni una explicación. Tratamiento: medicación, drogas, aturdimiento corporal y emocional.
Hoy, las crisis de pánico son, según me cuentan, y veo, bastante frecuentes y recurrentes. A veces llega alguien a consultarme por eso. Se pueden definir como episodios de terror intenso, con sensación de que viene la muerte, o algo muy grave y doloroso está por ocurrir, o nos ocurrirá. Las más de las veces la gente dice algo como “nunca me había pasado, yo no era así”.
En el mundo actual, la emoción predominante es el miedo. Está presente en todas nuestras actividades, en nuestras acciones, en nuestro vocabulario, en nuestro trabajo, en los seguros, en los planes de salud, en el pensamiento invariable en el mañana: vivimos en el futuro y no en el presente. Todo lo que se hace se hace pensando en el futuro, no en el vivir el presente. Este vivir en el futuro, con toda la carga de incertidumbre que tiene –y que cada día es mayor por la destrucción del planeta, la sobrepoblación, la fragilidad del sistema económico imperante, la enfermedad, la vejez y otras amenazas modernas- provoca en nosotros una angustia de tal magnitud que terminamos presas de este monstruo llamado el mañana. Queremos dominarlo todo, que nada se escape de nuestro control, que nada se aparte un ápice de lo que pensamos que es bueno, que es normal y que es conveniente para nuestro devenir en la tierra.
Pero la vida no es así.
La certidumbre no existe.
El temor al futuro nos desgasta energéticamente, nos hace vulnerables. Y cuando sucede algo que nos saca de la tranquilidad y nos envuelve en el terror se producen las debacles en el campo luminoso. Dejamos de ser nosotros, para dejar campo libre a otras energías que nos pueden invadir, porque estamos sin defensas. La medicina mapuche habla de que cuando estamos en desorden entre el cuerpo y el alma dejamos el campo propicio para ser inundado por otras energías, y eso es lo que hay que limpiar para retornar al equilibrio de la salud. Las medicinas ancestrales saben esto y los hombres y mujeres medicinas saben cómo actuar en estos casos. Hay que limpiar.
Voy a explicar algo referente a ello. Normalmente se nos mete miedo con que las almas de muertos son energías malas, de baja vibración, demonios, y muchos hablan mal de ellas, y les temen. No es así. En mi experiencia, las almas de las personas muertas, especialmente aquellas que han muerto en estado de terror, en estado de shock, en forma intempestiva, quedan en un estado de confusión de tal magnitud que no atinan a seguir el camino establecido para ellas, y permanecen en ese estado aterrado. Con pánico. Y los terapeutas les temen, porque no las conocen, y hablan de demonios. No, son iguales a usted o yo, pero con su camino perdido.
Entonces, en un episodio de crisis de pánico, lo normal es que una de estas almas se manifieste. Esa alma entró en el campo luminoso de la persona afectada porque esta persona bajó su vibración producto de algún episodio de crisis, ya sea por temor, por alguna pelea, por presenciar un acto violento, por presenciar accidentes fatales, por penas profundas, por dolores emocionales. Por cualquier causa que le genere una pérdida de su energía vital, que las hay muchas. Y en ese momento ha quedado el campo propicio para esta intrusión. Luego, cuando pasa algo en vida de la persona hace que gatille el actuar de esa alma, por afinidad con la situación, y entonces esa alma recuerda el episodio de su muerte, con el mismo pánico, con el mismo terror de la situación original cuando su cuerpo murió, y se desata la “crisis de pánico”.
El asunto es tratar a esta alma, esa es el verdadero paciente. Una vez que se libera, que se envía a la Luz, donde no hay juicios ni condenas, sino solamente el amor de Dios, el paciente original sana, y se acaba la crisis de pánico.
No le temas terapeuta a las almas perdidas, ayúdalas, y ayudarás a tu paciente original. Confía en tus medios y acompaña.
Que Dios nos bendiga.

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Sombras2Un buen ejercicio para entender lo que nos pasa es traducir el lenguaje corporal, la manifestación del síntoma, al lenguaje simbólico de una realidad en un plano superior, más allá de la mente, -aquella parlanchina que con sus juicios de valor y creencias quiere, entre otras cosas, justificar todo, y sin callar-, al plano del Alma o más arriba aún, el del Espíritu.

Recurrimos siempre a los textos en busca de generalizaciones de los síntomas. Por ejemplo asociamos, justificadamente por lo demás, las dolencias del hígado a las frustraciones; de las manos y brazos a la acción que realizamos o no realizamos; de las piernas y pies al caminar por la vida y la dirección que llevamos, o al no caminar; del corazón a la manifestación del amor, e interpretamos que un infarto es un llamado profundo y dramático de nuestra alma a que abramos nuestro corazón. En fin, hay asuntos que nos muestran analógicamente de acuerdo a la función del órgano lo que puede estar afectándonos. Sin embargo, la interpretación individual es la que realmente funciona, porque somos todos diferentes. Los grandes lineamientos nos pueden dar una buena idea y nos pueden guiar en la finalidad buscada, pero cada uno de nosotros tiene un presente y ha tenido un pasado, únicos e irrepetibles. El método de la interrogación profunda nos da luces del conflicto subyacente en el síntoma, y el conocimiento de los lineamientos puede ayudar grandemente en la toma de conciencia y resolución del conflicto. Hay que hacer las preguntas, y seguir interrogando, o seguirse interrogando, aunque esto requiere de honestidad y firmeza, ya que difícilmente se va a llegar a aquellas preguntas molestas, las desagradables, las que provocan rechazo, y que nos muestran la sombra, aquello que está disfrazado detrás del síntoma de la enfermedad. La observación acertada duele, y ahí detrás de ese dolor está posiblemente la causa, porque elegimos casi siempre los caminos más duros para aprender lo que vinimos a aprender.

Hace ya más de 15 años que recorro el camino de la sanación personal, y en la extensa práctica de la  terapia de vidas pasadas y del chamanismo he observado que no hay inocencia en lo que nos pasa, y que tampoco existen las casualidades, y que el destino no es tan malo como se supone en una primera aproximación. Debemos a veces beber el trago amargo en la copa que el Alfarero moldeó con el barro de nuestras tantas y tantas encarnaciones para poder conocer que ese polo nos puede sanar. Y siempre después de la tormenta sale el sol. Sin embargo es necesario salir prontamente de las culpas que nos conducen a caminos errados de interpretación, y comprender que los síntomas no significan necesariamente que seamos culpables de algo sino más bien internalizar que hay algo que nos falta para estar completos, y muchas veces ese algo es amor por nosotros mismos, que es lo que nos lleva a culparnos. Los síntomas están ahí para mostrarnos lo que nos falta y de ese modo poder integrarlo a nosotros y lograr la ansiada sanación.

Cuidado hay que tener en este asunto: no es lo mismo interpretar que valorar. La interpretación se logra haciendo las preguntas, muchas preguntas, pero sin carga emocional. Las preguntas deben ser neutras. Cuando valoramos estamos perdiendo el foco y puede causarnos daño, o si estamos tratando de ayudar a otro, podemos dañar a ese otro. Y ello es porque cuando valoramos lo hacemos basados en nuestros prejuicios que solamente hablan del observador que somos, y ello es solamente una ínfima parte de lo que es, y no conduce a poder ver la sombra, porque esa es la que se rechaza. No hay dos personas iguales, es necesario recordarlo siempre: somos únicos e irrepetibles. Y requerimos valentía para interpretar lo que nos pasa, para ver la sombra, y descubrir lo que nos falta para estar completos.

Todo proviene de Dios, y existimos porque existe Dios, al igual que todo existe porque Él existe, y nada se nos dará que no podamos manejar, incluidos los síntomas de la enfermedad.

Que Dios nos bendiga a todos por siempre.

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trasplante_de_corazon_ampliacionHace unos días fui a renovar mi licencia de conducir y en el trámite hay que responder a la pregunta de si se es o no donante de órganos, más bien hay que responder si se es no donante. Como personalmente soy contrario a la donación de órganos hube de llevar obligadamente una declaración firmada ante notario –obviamente con un costo para mí- en que expresé mi voluntad, ya que no basta manifestarlo personalmente al funcionario a cargo del trámite. Por el sólo imperio de la ley alguien puede disponer de mi cuerpo al momento de morir para hacer con él lo que otro alguien considere es el bien común. Ese simple razonamiento que puede parecer tan loable y humano es quebrar la ley del libre albedrío, ley de todos los universos por lo demás, y que es un derecho inalienable de los seres humanos. No se puede quebrar la ley del libre albedrío bajo ninguna condición.

Veamos ahora el hecho del trasplante. Como primer apunte es necesario saber que no hay donación de muerto a vivo: la donación es de vivo a vivo. No se puede trasplantar de cadáver a vivo. Por lo tanto, cuando se hace una donación se extraen desde un ser humano con vida, vivo. La moderna medicina, aquella que nos maravilla con sus adelantos tecnológicos, ha logrado meter en el sótano el tema ético de matar a otro ser humano al inventar la muerte cerebral como indicio de que se ha terminado la vida del donante. La pregunta es entonces si esa muerte cerebral es real, para comenzar a reflexionar sobre el asunto.

Cuando un cuerpo muere, el Alma, lo que somos de verdad, lo permanente, lo real, lo que no es ilusión, sale de ese cuerpo y hace el camino que hacemos siempre, que es ir a la Luz. Algunos le llaman cielo. En la Luz somos recibidos con amor, compasión y cariño. No hay juicio alguno, y en ese espacio de felicidad y paz restañamos nuestras heridas, recuperamos nuestra energía, recibimos amor incondicional y nos preparamos para volver a vivir otra existencia que nos lleve a conocer entonces lo que necesitamos para completar algún día nuestro peregrinar en el aprendizaje del Amor.

Cuando se produce la muerte forzada –por llamarla eufemísticamente- pasan dos cosas importantes. La una es que el Alma se puede fragmentar. De hecho se fragmenta. Y un trozo de esa Alma se va en el órgano que se extrae de ese cuerpo. La segunda es que con certeza el resto del Alma no irá a la Luz, por no estar preparado para hacerlo, y vagará por los planos paralelos, cual limbo, deambulando sin destino, entregado a un destino incierto y peligroso, pudiendo ser asediado por fuerzas oscuras que buscarán encadenarlo para producir maldad, o simplemente convirtiéndose en Alma perdida que buscará un anfitrión en el cual cobijarse. En ambos casos él o los que producen, participan y autorizan el trasplante llevan su cuota de responsabilidad, que se convierte inevitablemente en deuda o karma, que habrá de ser equilibrado en alguna oportunidad.

El Alma que abandona el cuerpo muerto, ya sea en pequeño o gran fragmento conserva siempre toda la información de la última vida, y en el caso de los trasplantes tienden a querer manifestar los hábitos, gustos, costumbres y deseos de esa última vida en ese cuerpo fallecido. Eso produce claramente “trastornos de personalidad” en el receptor. La lucha entre las Almas, la del anfitrión y el huésped se convierte en una lucha de voluntades, para ver quien impone la suya al final.

El trasplante de órganos va mucho más allá de la simple misericordia cristiana que supone que ante cada sufrimiento o dolor debe acudir a solucionarlo de la manera que se cree adecuada, sin reparar en el libre albedrío y voluntad de las personas. Por lo tanto, puede ser recomendable no dejarse manipular por la culpa y conocer a fondo todas las aristas del trasplante.

Que Dios nos bendiga.

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